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Domingo, 02/04/2006 - Diario La Nación
La entrevista
Augusto Rattenbach: "El informe Rattenbach fue adulterado"
La investigación realizada por Rattenbach sobre la guerra de Malvinas
originó una conspiración de silencio que salió a la luz gracias al periodismo.
El hijo de aquel general cuenta que su padre descubrió, que se habían quitado
las páginas que comprometían al entonces capitán Astiz
Pocos
recuerdan a esta altura que Leopoldo Fortunato Galtieri resultó absuelto en el
juicio a las juntas militares. ¿Cómo fue posible, entonces, que Carlos Menem lo
incluyera en su ancha canasta de indultos? Sucedió que el campechano y ostentoso
dictador de ojos celestes, presidente y jefe del Ejército durante el ahora
evocado primer semestre de 1982, había sido destituido y condenado a doce años
de reclusión, en 1986, por su responsabilidad en la guerra de Malvinas. Las
causas judiciales que lo conservaban preso cuando lo sorprendió la muerte sí
estaban relacionadas con derechos humanos (correspondían a su antigua actuación
como comandante del Segundo Cuerpo de Ejército, con sede en Rosario); en cuanto
a sus responsabilidades como conductor de la guerra, fue definitivamente
perdonado por Menem.
Pero hubo un informe mucho más duro que aquel del Consejo Supremo de las Fuerzas
Armadas que, además de a Galtieri, condenó a Jorge Anaya a 14 años de reclusión
y destitución, y al brigadier Basilio Arturo Lami Dozo a 8 años de reclusión
(luego, al revisar las sentencias, la Cámara Federal las unificó en 12 años).
Ese otro informe intentó ser tapado por una conspiración de silencio, pero logró
saltar el cerco de la censura para estallar en los titulares de todos los medios
del país. Fue el Informe Rattenbach, así llamado porque lo elaboró una "Comisión
de Análisis y Evaluación de las Responsabilidades en el Conflicto del Atlántico
Sur" que presidía el teniente general Benjamín Rattenbach, fallecido poco
después a los 82 años, en 1984, de un derrame cerebral. El informe había sido
encargado por la última junta militar del "Proceso" (general Cristino
Nicolaides, almirante Rubén Franco, brigadier Augusto Hughes) y debía tener
carácter secreto, pero en forma inesperada una versión del texto apareció
publicada en la revista Siete Días (ver recuadro), lo cual contribuyó a
potenciar la de por sí explosiva dureza de su letra, que entre otras cosas
recomendaba, para juzgar a los responsables de Malvinas, tener presente el
artículo del Código de Justicia Militar que impone la pena de muerte a quien
entrega una plaza sin pelear.
A 24 años de la revelación periodística que desnudó la responsabilidad de las
Fuerzas Armadas en la guerra de Malvinas, el hijo del autor de aquel histórico
informe, el músico y coronel Augusto Benjamín Rattenbach, revela que las Fuerzas
Armadas no sólo intentaron silenciar los resultados de la investigación de su
padre (las únicas copias del original Rattenbach son clandestinas), sino que
adulteraron la información cambiando algunas hojas en las que se analizaba el
desempeño de Alfredo Astiz durante el conflicto para alivianar los cargos.
"Mi padre tenía un sentido de la disciplina que inspiraba respeto en el
Ejército, porque además tuvo una ética a prueba de balas", dice hoy, en su
departamento de Barrio Norte, este coronel de 79 años al que no se conoce tanto
por haberse rebelado en su momento contra el general Alejandro Lanusse (quien lo
pasó a retiro) o por haber integrado en los años ochenta el núcleo fundador del
Cemida (Centro de Militares para la Democracia) como por su condición de músico.
La firmeza del Informe Rattenbach, una revisión impiadosa de la guerra escrita
puertas adentro en tiempos de autoamnistías y repliegue a los cuarteles, quizás
se explique en gran medida por la formación prusiana y el espíritu
profesionalista del hombre fuerte de la comisión investigadora. Quien ahora
evoca a aquel teniente general, su hijo el coronel compositor, recuerda que los
Rattenbach vivían en 1933 en Berlín porque el Ejército había enviado al entonces
mayor Benjamín Rattenbach a capacitarse en la Escuela de Guerra del Ejército
alemán, casualmente la misma donde estudiaría el hijo en 1959 y 1960, ya en
plena Guerra Fría. El padre, cuenta hoy el hijo, incluso conoció personalmente a
Hitler. Pero advierte, raudo: "Gran parte de los militares argentinos que fuimos
enviados a Europa para capacitarnos volvimos con un concepto profesionalista,
con ideas más favorables a la democracia".
Cabe recordar, con todo, que Rattenbach padre fue secretario de Guerra del
gobierno de facto de José María Guido, cargo que le ofreció el por entonces poco
golpista Juan Carlos Onganía, líder de los Azules, más tarde dictador.
-Cuando en 1982 la Junta Militar convocó a su padre, ¿él conservaba
protagonismo público?
-Mi padre había fundado una disciplina, la sociología militar, actividad
académica que trascendió en el exterior. Participaba en congresos en Europa y
Latinoamérica. Varias veces le habían ofrecido cargos, pero los había rechazado.
Estaba en su casa, retirado.
-¿Por qué lo eligieron a él?
-Porque era el general más antiguo del Ejército.
-¿Se conocía ya su postura crítica respecto de la guerra?
-Sí, pero además de ser el más antiguo era el de mayor prestigio, una figura
menos cuestionable que otras.
-¿Y cómo reaccionó cuando lo convocaron?
-Aceptó de buen grado. Como él entendía que hacía falta darle una explicación al
país, se adelantó e hizo un informe personal para que la Junta le hiciera saber
a la población qué había pasado. La Junta no lo quiso publicar. Ese informe
quedó archivado.
-Del informe definitivo, el que luego se conoce como Informe Rattenbach,
quizás lo más impactante haya sido la interpretación que se hizo de que su padre
pedía la pena de muerte para Galtieri.
-No lo dice así. Figuran en el texto los artículos correspondientes del Código
de Justicia Militar y en algunos casos dice que debía haberse aplicado la pena
de muerte.
-Sorprende que la junta militar haya convocado a su padre si, tal como
usted dice, cabía esperar que se pronunciara con gran dureza. ¿Por qué piensa
que lo hicieron?
-Además de que había que darle una explicación al país, en ese momento salió un
documento publicado por las fuerzas armadas inglesas. Eso incidió. Mi padre
quería hacer algo corto, que fuera contundente, para que el país supiera qué
había pasado. Los demás miembros de la comisión querían un análisis, digamos,
más tranquilo.
-¿Tenían muchas diferencias?
-Es que también había un problema de dinero. Cuando se formó la comisión les
asignaron un sueldo o un sobresueldo, no sé cómo llamarlo. Mi padre renunció a
eso. Los demás no.
-¿Entonces dentro de la comisión había relaciones tensas?
-Sí, también debido a los interrogatorios, que fueron realmente muy duros.
Sentaron en el banquillo a Galtieri y a todos los demás responsables de la
guerra.
-¿Su padre le comentaba a usted lo que iban sabiendo a medida que
avanzaba la investigación? ¿Encontraron cosas peores de lo que esperaban?
-Encontraron cosas mejores y peores. Las peores estaban en el nivel superior. Ni
siquiera un diletante podría haber hecho tantas macanas. Y, en cambio, abajo
había muchos actos heroicos, muy importantes, que fueron resaltados en el
informe.
-¿Qué hay de cierto sobre las escasas copias que se hicieron del
informe? ¿Usted conserva una?
-Yo no tengo ninguna. Cuando entregaron el informe se hicieron trece ejemplares.
Los trece fueron llevados al Estado Mayor del Ejército y allí los guardaron en
una especie de habitación blindada que está en el tercer piso. Pero sucedió que
a mi padre lo involucraron en un sumario relacionado con el capitán Astiz.
Entonces pidió que le enviaran su ejemplar. Y cuando estaba trabajando en la
contestación del sumario, se murió. Pero antes de morir me dijo: "Estuve leyendo
el informe y han cambiado hojas, las que corresponden a la actuación del capitán
Astiz en las islas Georgias". Es evidente que fue adulterado.
-¿Las cambiaron a favor de Astiz?
-Por supuesto. Para alivianar los cargos.
-¿Y qué pasó con la copia de su padre?
-Creo que mi tercera madre (yo tuve tres madres) la devolvió al Estado Mayor.
-¿Las Fuerzas Armadas nunca publicaron el Informe?
-No, esta edición (toma en sus manos un libro de tapas azules), al igual que
otra que hubo, fueron clandestinas.
-¿Cómo es visto el apellido Rattenbach en el Ejército?
-Por los procesistas, mal. El informe es un tema de los medios. La fuerza en
general no lo incorporó. Pero por lo menos la edición clandestina corrió muchos
velos.
-¿Para usted qué fue la guerra de Malvinas?
-Un disparate. No sólo por la forma en que se llevó a cabo sino por el momento y
las circunstancias.
-¿Y la "desmalvinización" posterior?
-Una manifestación más de la indiferencia que tiene el país ante sus servidores.
Tendría que haber un auge del interés por recuperar las islas y apoyar a la
gente que se jugó. No hubo dureza con los responsables de la guerra y sí la hubo
con los ex combatientes.
Por Pablo Mendelevich
El perfil
Militar y músico
Coronel retirado y músico, Augusto Benjamín Rattenbach nació hace 79 años, único
hijo varón del teniente general Benjamín Rattenbach, quien entre 1982 y 1983
presidió la comisión encargada de investigar las responsabilidades en la guerra
de Malvinas.
Carreras paralelas
Como militar se perfeccionó en Alemania, donde ya había vivido de niño cuando su
padre, entonces mayor del Ejército, asistió a una escuela de guerra en pleno
nazismo. Como músico se convirtió en un prolífico compositor y llegó a dirigir
el conservatorio municipal, de donde fue echado por el actual jefe de gobierno
porteño, Jorge Telerman.
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