Discusiones confidenciales anglo-argentinas
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Discusiones confidenciales anglo-argentinas sobre temas de pesca: la intervención de los Estados Unidos (1986-1989).
El 29 de octubre de 1986, el gobierno británico anunció que a
partir del 1 de febrero del año siguiente impondría unilateralmente
una zona de conservación y administración de pesca (FICZ) en las
aguas adyacentes a las Islas Malvinas. A partir de esa fecha, los
pesqueros que querían operar en la zona necesitarían una licencia.
El radio de la zona se estableció en 150 millas y se lo hizo
coincidir con la zona de protección. La Argentina protestó duramente
por semejante decisión. El gobierno norteamericano comenzó a
preocuparse ante la posibilidad de una escalada de tensión entre dos
naciones amigas y, por lo tanto, decidió intervenir con el objeto de
llegar a algunos acuerdos que evitaran incidentes en el Atlántico
Sur. A continuación se presenta el desarrollo de las negociaciones
usando las minutas de dichos encuentros. Debe aclararse que en este
trabajo se utilizó documentación argentina y por lo tanto no se sabe
con certeza que intercambio hubo entre los representantes británicos
y los de Estados Unidos. Pero si se observan las posturas que
adoptan los norteamericanos frente a los argentinos y el tipo de
acciones que recomiendan es posible deducir el carácter de las
conversaciones.
En el transcurso de las negociaciones, los británicos no
cambiaron su actitud hacia las islas: "las islas Falkland son
británicas" y los argentinos a pesar de la entereza que mostraron en
las conversaciones terminaron accediendo al camino propuesto por
Gran Bretaña. También es posible suponer que la presión de los
Estados Unidos sobre los argentinos jugó un papel importante en la
aceptación de esta postura.
El 16 de noviembre de 1986 el Ministerio de Relaciones
Exteriores de la Argentina entregó en la embajada del Brasil en
Buenos Aires una declaración para que fuera transmitida al Gobierno
del Reino Unido. En la misma el gobierno argentino respondió a la
declaración británica del 29 de octubre de 1986 en la cual anunciaba
el establecimiento de una zona de conservación pesquera alrededor de
las Malvinas. El documento argentino ratificó su adherencia a los
principios de las Naciones Unidas para solucionar pacíficamente las
controversias entre las naciones. Además, señaló que la declaración
británica, "al pretender ejercer derechos soberanos sobre espacios
marítimos...revela que el centro de la controversia con la República
Argentina es, precisamente, la soberanía sobre las Islas Malvinas".
La declaración argentina propuso también la iniciación de
negociaciones globales bajo los términos de la resolución 40/21 de
la Asamblea General de las Naciones Unidas; (1) el iniciar
previamente un diálogo abierto para crear condiciones de confianza.
En el punto 3, el gobierno argentino expresó su disposición para
facilitar el inicio de las negociaciones a través de una
declaración que en su momento -a pesar de ser jurídicamente
innecesario- establezca el cese formal de hostilidades, como
parte de un proceso de eliminación de las consecuencias del
conflicto y que deberá poner fin a la llamada "zona de
protección" militar de 150 millas.
En pocas palabras, el gobierno argentino
invitaba al gobierno británico a celebrar negociaciones globales de
acuerdo con las resoluciones de las Naciones Unidas para que se
trataran todos los temas pendientes incluyendo el de la soberanía.
También propuso canjear la declaración formal de cese de
hostilidades por la eliminación de la zona de protección.
Los británicos rechazaron la declaración argentina porque no
encontraron ninguna diferencia con la posición anterior que, según
afirmaban, había conducido al fracaso de las conversaciones de Berna
en 1984. Según estimó la diplomacia británica, un diálogo sobre
negociaciones globales, de acuerdo con lo expresado por la
Argentina, incluiría indefectiblemente el tema de la soberanía (2).
Y esto era algo que los británicos no estaban dispuestos a aceptar.
Ante la decisión británica y la respuesta argentina, el
Departamento de Estado norteamericano se alarmó por la posibilidad
de un aumento en la tensión entre ambos países, por lo tanto decidió
actuar e interceder entre ambos. El secretario de estado
norteamericano, George Schultz, propuso al ministro Caputo un
procedimiento para que las partes negociaran un régimen multilateral
de pesca de común acuerdo: a través de la Convención de Recursos
Vivos Marinos Antárticos. De este modo, por iniciativa de los
Estados Unidos y con Washington actuando como intermediario,
comenzaron los intercambios en esa ciudad sobre la cuestión pesquera
en enero de 1987. El procedimiento adoptado para mantener la ficción
de la ausencia de contactos bilaterales directos fue la de
intercambiar documentos sin membrete vía el Departamento de Estado
norteamericano. Estos se conocieron como los non-papers y,
por lo tanto, podía fácilmente negarse que hubieran sido
intercambiados (3). Estos contactos inicialmente cautelosos fueron
posibles, en parte, porque existía un genuino deseo en ambos países
por evitar un deterioro aún mayor en sus relaciones (4).
La propuesta de los Estados Unidos fue bien recibida por el
gobierno argentino. Ante la misma, el 20 de diciembre, el canciller
Dante Caputo y sus colaboradores fijaron la estrategia a seguir. La
misma consistiría en "encontrar un ámbito para conversar y ensayar
soluciones posibles, sin prejuzgar sobre los derechos." En este
caso, las conversaciones respaldadas por los Estados Unidos deberían
servir para evitar que se produjeran incidentes armados a partir de
la activación de la zona de conservación el 1 de febrero del año
siguiente. En cuanto a la conservación del recurso pesquero se
decidió rechazar cualquier posible regulación internacional de la
pesca, y la solución vía la FAO. A cambio de ello, una vez más, los
argentinos informaron que "como un compromiso ante los Estados
Unidos... nosotros estamos dispuestos a declarar públicamente el
cese formal de hostilidades." A cambio, solicitarían que el Reino
Unido "se comprometa ante los Estados Unidos, y no públicamente, a
levantar la zona de exclusión, 48 horas después".
El 22 y 23 diciembre de 1986, una delegación argentina se
entrevistó con una delegación norteamericana en el Departamento de
Estado en Washington (5). Los estadounidenses reiteraron la
propuesta para la solución de la disputa de pesca utilizando la
Comisión de Consulta de los Recursos Vivos Marítimos Antárticos
(CCAMLR). De este modo, sostuvieron los norteamericanos, dado que la
Comisión era un foro en el cual tanto la Argentina como el Reino
Unido tenían representación y que, además, se ocupaba de la
administración de pesquerías en áreas donde había disputas de
soberanía -como la Antártida- permitiría discutir sin prejuicio
sobre la disputa. Los funcionarios norteamericanos también
expresaron su preocupación por una cuestión política más amplia, de
la cual las pesquerías eran un aspecto. Para ellos, la
multilateralización serviría de pantalla para una solución más
amplia en el mediano plazo pues, en lo inmediato, se necesitaba
fomentar medidas de confianza. Los hombres del Departamento de
Estado enfatizaron que su fórmula era "flexible" y que podría
convertirse en "una pantalla para conversaciones informales si ambas
partes tienen la voluntad política".
Por su parte, los representantes argentinos rechazaron la
utilización de la Convención Antártica y a continuación, presentaron
el primer non-paper para ser entregado a los británicos. El
documento reiteraba la fórmula del canje de cese de hostilidades por
levantamiento de la zona de exclusión como un paso para pacificar el
área y facilitar la tarea de los expertos. En este sentido, proponía
la creación de un grupo de expertos, con el auspicio del Secretario
General de las Naciones Unidas, para establecer un régimen común de
administración de pesca. Durante el encuentro, los norteamericanos
advirtieron a los argentinos que la Convención y las Naciones Unidas
no eran equivalentes. Mientras que el régimen del Tratado Antártico
era más neutral y técnico; las Naciones Unidas, desde una
perspectiva política, no eran neutrales y por lo tanto "el Reino
Unido podría tener dificultades en aceptarla, les podría parecer
parcial" (6). Luego de solicitar y de recibir algunas aclaraciones
sobre el grupo de expertos, los norteamericanos acordaron que
entregarían el documento y que mantendrían las conversaciones
confidenciales.
El 31 de enero de 1987, un día antes de la entrada en
vigencia de la Zona de Conservación, los británicos entregaron por
intermedio de la embajada norteamericana en Buenos Aires su primer
non-paper. Este documento sostenía que el documento
argentino del 23 de diciembre 1986 había sido bien recibido. Por su
parte compartían "los objetivos de prevención de incidentes y
conservación de las pesquerías de acuerdo con la ley internacional."
También garantizaban que estaban "preparados, sin prejuicio sobre el
tema de soberanía, a trabajar para alcanzar ambos objetivos." El
documento remarcaba, primero, que las conversaciones se limitarían
exclusivamente a procedimientos sobre conservación y administración
de la pesca en las áreas a acordar. Segundo, que la definición de
las aguas sobre las que se discutiría se establecería de acuerdo con
tanto la ley argentina 17094 como de la declaración británica del 29
de octubre de 1986. Tercero, que la Argentina debía asegurarse que
en la ejecución de los convenios con la Unión Soviética y Bulgaria
no hubiera inconsistencias con los términos de la declaración
británica del 29 de octubre. En cuanto al eventual papel de la
tercera parte, el documento subrayó que el mismo no debía ser el de
mediador sino el de servir como "canal de comunicación". Por último,
a diferencia de la posición argentina, los británicos creían que
publicar los intercambios sobre las pesquerías y la coordinación de
su explotación contribuiría a reducir las tensiones.
El 24 de abril de 1987, representantes argentinos mantuvieron
una reunión con los funcionarios norteamericanos en el Departamento
de Estado. Durante esta reunión, los argentinos entregaron el
segundo non-paper de su gobierno. Éste proponía, sin
perjuicio de las respectivas posiciones sobre soberanía, que se
creará un régimen temporario para coordinar los respectivos sistemas
de administración de la zona de pesca, para establecer
procedimientos de ejecución, y delimitar el área de aplicación del
régimen. En cuanto al papel de la tercera parte, le asignaba el de
asesorar a las partes, recibir sus ideas y en base a ellas elaborar
propuestas que si fueran aceptadas deberían convertirse en el
régimen temporario de coordinación. Para ocupar este papel, las
preferencias argentinas se inclinaban hacia el Secretario General de
las Naciones Unidas. La propuesta argentina también propugnaba "la
eliminación del área de 150 millas en sus dos aspectos, conservación
y protección." Por último, una vez más, el gobierno argentino
expresó que no estaba de acuerdo con la idea británica de publicar
la marcha de las negociaciones. Luego de solicitar algunas
aclaraciones, los norteamericanos acordaron que transmitirían a los
británicos tanto lo tratado en la reunión como el contenido del
non-paper.
El siguiente encuentro entre argentinos y norteamericanos se
produjo en Nueva York en la sede de las Naciones Unidas el 25 de
junio de 1987. En éste participaron, por la parte argentina, el
Canciller Caputo, y los embajadores García del Solar y Delpech. Por
los norteamericanos sólo Robert Gelbard. El canciller argentino
discutió el texto propuesto sobre el "paraguas de soberanía". El
mismo se basaba, con muy pequeñas modificaciones, en el adoptado en
1971 que posibilitaron la firma de los Acuerdos de Comunicaciones
entre Argentina y Gran Bretaña. El canciller también expuso una
secuencia de acciones tendientes a facilitar una reunión bilateral,
la producción de gestos recíprocos a convenir, "como por ejemplo,
concesiones argentinas flexibilizando mecanismos de control
comercial que traban el intercambio con el Reino Unido, y respuestas
británicas de algún tipo." A su vez, el funcionario norteamericano
acordó que trasmitiría la propuesta a la embajada británica, pero
confesó que tenía reparos acerca de si los británicos aceptarían el
punto sobre convenir gestos recíprocos. A continuación se transcribe
el texto del "paraguas" propuesto por la Argentina. De este modo, el
tercer non-paper decía que:
Nada en el desarrollo y contenido de la presente reunión
podrá ser interpretado como:
a) Una renuncia por parte de la República
Argentina o del Reino Unido a derecho alguno de soberanía y
jurisdicción territorial y marítima sobre las islas Malvinas
y los espacios marítimos circundantes.
b) Un reconocimiento o apoyo de la posición de la
República Argentina o del Reino Unido acerca de la soberanía
y jurisdicción territorial y marítima sobre las islas
Malvinas y los espacios marítimos.
c) Ningún acto o actividad que se lleve a cabo como
consecuencia de lo desarrollado y convenido en la presente
reunión y mientras esté en ejecución podrá constituir
fundamento para afirmar, apoyar o denegar, la posición de la
República Argentina o del Reino Unido acerca de la soberanía
y jurisdicción territorial y marítima sobre las islas
Malvinas y los espacios marítimos circundantes.
La respuesta del Gobierno británico al último non-paper
argentino fue entregada a estos vía Washington el 10 de agosto de
1987. El segundo non-paper de los británicos, fechado el 7 de
agosto, expresaba que el gobierno de Su Majestad aceptaba el interés
mostrado por el gobierno argentino en lograr un acuerdo sobre los
temas de conservación, prevención de incidentes y mejora en las
relaciones entre ambos países. Al mismo tiempo, expresaba que su
gobierno estaba listo para el diálogo sobre esos temas. Pero, el
punto 2 del comunicado, aclaraba que el Gobierno británico no estaba
"preparado para discutir soberanía." Además, para evitar futuros
malentendidos presentaron algunas consideraciones que deberían
gobernar cualquier acuerdo sobre las pesquerías:
-Considerar los problemas del área de conservación como un
todo que requeriría de acciones coordinadas por parte de los
gobiernos.
-Aclarar que la posición del Gobierno británico es que un
acuerdo de pesca en el Atlántico Sud occidental estaba regulado por
dos regímenes con derechos jurisdiccionales separados que
requerirían coordinación. Además, la declaración del 29 de octubre
de 1986 debía estar absolutamente contemplada.
El documento británico incluyó, también, unas pequeñas
enmiendas al texto del paraguas elaborado por los argentinos. Se
adjuntaba también un "comunicado de prensa de contingencia"
(contingency press line) para responder a cualquier a los
requerimientos de la prensa. También aclaraba que el Gobierno
británico no informaría de estos intercambios, pero que si la prensa
se mostraba persistente confirmarían que éstos existieron en
respuesta a "propuestas previas de parte de los argentinos." Al
respecto informaría que el intercambio de ideas se limitó a temas
concernientes a las pesquerías y que no se darían detalles sobre los
intercambios confidenciales. Afirmaba también que en caso que la
prensa los presionara sobre si se trató el tema de soberanía se
respondería con un rotundo "no,...la soberanía no está en
discusión".
La reacción argentina ante la propuesta británica del 10 de
agosto fue presentada en una reunión celebrada en Nueva York entre
la delegación argentina encabezada por el Canciller y los señores
Gelbard y Howard, en nombre del gobierno de los Estados Unidos.
Durante la misma, Caputo informó que el documento británico le
parecía bueno: "es la primera vez que hay un intercambio positivo."
Respecto de las enmiendas propuestas por los británicos, la
delegación argentina solicitó a los británicos, siempre por
intermedio de los norteamericanos, ampliaciones con respecto a
cuatro puntos.
En primer lugar, requirieron mayores precisiones respecto de
la referencia en la propuesta británica a las "necesidades de la
región como un todo." Ahora los británicos, sostuvieron los
argentinos, ya no hablaban de algo multilateral sino regional. El
embajador García del Solar, expresó que "en todo caso, nosotros no
queremos nada que pueda internacionalizar el área. Nuestro objetivo
es un acuerdo bilateral." En el segundo punto, los argentinos
afirmaron que antes de la guerra habían aceptado el enfoque
británico para tratar temas prácticos y no había habido progreso
alguno sobre la sustancia de la controversia. En tercer lugar, sobre
el reordenamiento británico de la declaración del "paraguas", García
del Solar solicitó alguna clarificación sobre el sentido del
reemplazo de la palabra "renuncia", en el texto argentino, por el de
"cambio de posición". Por último, los representantes argentinos
reiteraron que "sería útil levantar la zona" de conservación
establecida en la Declaración del 29 de octubre.
Al término de la reunión los argentinos acordaron con los
norteamericanos que le entregarían un escrito desarrollando estos
puntos. Así lo hicieron al día siguiente. Este escrito se convirtió
en el cuarto non-paper argentino.
El día 27 de noviembre la embajada británica en Washington
entregó al gobierno norteamericano las respuestas a los cuatro
puntos que los argentinos habían indicado en la reunión del 29 de
septiembre último. El texto de este tercer non-paper
británico puede resumirse en del siguiente modo:
1. es un hecho (it is a matter of fact) que existen dos
cuerpos regulatorios separados con dos cuerpos de reglas de
conservación y administración de la pesca.
2. respecto del significado del "total de la región", el
Gobierno británico aclaró que si bien ellos consideraban
como mejor solución un arreglo multilateral, estarían
dispuestos a lograr acuerdos bilaterales que incluyeran
ambas zonas de pesca nacionales y las aguas adyacentes pero
no aquellas de los terceros estados.
3. Respecto del cambio de palabras en la fórmula del
paraguas, consideraban que el texto argentino no era lo
suficientemente amplio y que el cambio propuesto por ellos
("cambio en la posición" por "renuncia") era una fórmula más
neutral.
4. Por último, respecto del alcance y oportunidad de los
"temas prácticos", el Gobierno británico aclaró que estaban
convencidos de que los progresos en esos temas ayudarían a
restablecer las relaciones normales. El tema de la
coordinación de las políticas de conservación en las
pesquerías del Atlántico Sud occidental, afirmaban, podría
ser uno de esos temas que "deben continuarse sobre la base
de sus méritos y no condicionarse al progreso en los otros
puntos de índole práctica."
Los norteamericanos entregaron a los argentinos el documento
británico durante una reunión llevada a cabo en Nueva York el 3 de
diciembre. Luego de mirarlo rápidamente, el Canciller Caputo comentó
que, a primera vista, los puntos segundo y tercero parecían
aceptables. Con referencia al punto 1, que insistía en que la
declaración del 29 de octubre de 1986 debía ser aceptada, el
Canciller comentó que así como estaba anunciada difícilmente podría
ser aceptada por los argentinos. Agregó también que habría que
encontrar alguna fórmula para "contornear" el tema, "ya que parece
evidente que la parte inglesa no puede ignorarlo."
La delegación argentina reiteró categóricamente al señor
Gelbard que no era un objetivo de los argentinos el restablecer o
normalizar las relaciones; por el contrario, "ello sería la
consecuencia del encauzamiento de las negociaciones globales." El
Canciller agregó que las partes tenían enfoques distintos. Mientras
que los británicos querían avanzar centrándose en los temas más
prácticos, de detalle; la Argentina buscaba una negociación global,
que incluyera soberanía. De todos modos, acordaron con el señor
Gelbard que se le entregaría una respuesta oficial en los próximos
días.
Poco antes de Navidad, el 22 de diciembre, la delegación
argentina entregó a Gelbard un nuevo non-paper respondiendo
al británico recibido a principios del mes. Según la opinión de los
representantes argentinos, luego de haberse producido los primeros
intercambios, era momento ahora de "pensar en términos de acción".
Respecto del non-paper británico, García del Solar comentó
que la Argentina aceptaba los términos del "paraguas de soberanía",
que protegía las posiciones de ambos países, pues éste no dejaba "de
lado el tema de la soberanía. Queremos que esté allí presente, pero
que no afecte las conversaciones". Además, los argentinos
propusieron que si los británicos estaban de acuerdo, deberían
acordar sobre un lugar para reunirse. Tal vez en América Latina. El
representante norteamericano rápidamente respondió que le parecía
difícil que los británicos aceptaran algún país latinoamericano. En
su lugar propuso Madrid o Italia. Pero finalmente acordaron que esa
decisión quedaría para más tarde.
En el punto 1 del non-paper, los argentinos
expresaron, una vez más, su disposición para lograr un entendimiento
que permitiera reducir tensiones y contribuyera a evitar incidentes
y depredación de recursos pesqueros en el área de las Malvinas. Ello
sin perjuicio de las respectivas posiciones sobre soberanía. En el
segundo punto, la Argentina reiteró su "posición básica" de resolver
por la vía pacífica y definitivamente los problemas pendientes entre
los dos países, incluyendo la cuestión de la soberanía por las islas
Malvinas. El documento expresaba luego, que se aceptaba la fórmula
de un paraguas de soberanía que cubriera las tratativas salvando las
respectivas posiciones de las partes y proponía iniciar el diálogo
sobre los aspectos señalados en el punto 1 del documento. Por
último, planteaba que existiera un compromiso previo entre las
partes de "abstenerse de hacer público o hacer trascender el
contenido de las presentes tramitaras o interpretaciones
unilaterales respecto de su significado".
Para fines de 1987, las posiciones estaban bien definidas. A
lo largo de ese año las partes fueron configurando sus propuestas.
El año de 1988 presentó, gracias a la mediación de los Estados
Unidos, un notable incremento en los intercambios entre las partes .
Los días 8 y 9 de febrero diplomáticos norteamericanos, Gelbard y
Felder visitaron la Argentina. Junto con ellos estuvo presente el
embajador de los Estados Unidos en Buenos Aires, el Señor Gildred.
Estos aún no tenían una respuesta británica a la propuesta argentina
de Navidad. En primer lugar se reunieron con el canciller Caputo. En
este encuentro los enviados norteamericanos señalaron la
conveniencia para la Argentina de una declaración unilateral de cese
de hostilidades. Los argentinos preguntaron si una acción en ese
sentido garantizaría la reanudación del aprovisionamiento militar al
país por parte de los Estados Unidos. Por su parte, los funcionarios
norteamericanos argumentaron que dicha declaración sería buena en
dos sentidos: ante el Congreso de su país, que era quien decidía el
aprovisionamiento militar a la Argentina. En segundo lugar, daría
una imagen muy positiva del gobierno del presidente Alfonsín. El
canciller Caputo declaró que el presidente Alfonsín estaba dispuesto
a gestos "muy importantes...si como resultado de ello se volviese a
la situación previa al 2 de abril de 1982". Sin conocer aún la
posición británica, los diplomáticos, acordaron que continuarían
explorando esa posibilidad que apuntaba también a fortalecer la
cooperación argentino-norteamericana.
Sin embargo, estos progresos se vieron amenazados por una
decisión británica. En efecto, el 12 de febrero de 1988, el gobierno
británico informó que llevaría a cabo maniobras militares en la zona
de Malvinas. El anunció de la operación, denominada "Fire Focus",
generó agitación en los medios diplomáticos y produjo el retorno a
Buenos Aires de Gelbard quien se hallaba de gira por Latinoamérica.
El 16 de febrero por la tarde se reunió con en el Canciller
argentino en su casa. Caputo le comunicó al diplomático
norteamericano que la acción británica echaba por tierra el clima
propicio para una declaración argentina de cese de hostilidades y
con la intención argentina de realizar, en concordancia con los
Estados Unidos, de llevar adelante una iniciativa "audaz." El
canciller también recurrió al recurso de tratar de atemorizar al
funcionario norteamericano. Según lo interpretaba el gobierno
argentino, sostuvo Caputo, la decisión británica tenía dos
consecuencias. Uno, achicaba su espacio político interno para llevar
a cabo iniciativas audaces. Dos, podría crear tensión política en el
país, es decir, desestabilización por parte de sectores de
nacionalistas. Para los argentinos, los británicos estaban
provocando al decidir realizar maniobras frente a la Argentina, al
mismo tiempo que armaba a Chile.
Por su parte, Gelbard le contestó a los argentinos que había
recibido la noticia con "consternación" y que estaba fastidiado por
lo súbito de la decisión británica. Además, calificó la acción como
"grave" y afirmó que los argentinos habían actuado bien. También
expresó:
Estamos muy enojados. Actuaron [los británicos] como en
el caso de la declaración de la Zona de Conservación.
Nosotros, en estos últimos meses les hemos expresado nuestra
preocupación por la venta de armas a Chile. Están
desestabilizando el Hemisferio. Es NUESTRO hemisferio, no el
de ellos. Nos preocupa lo que puede pasar (7).
Pero a pesar de su delicada posición como tercera parte en las
conversaciones por sus compromisos con ambas partes, el diplomático
norteamericano reiteró a los argentinos la necesidad de declarar el
cese de hostilidades. A continuación le tocó el turno a Gelbard de
infundir temor. Sostuvo que así como estaba la situación, la
relación de su país con la Argentina en materia de defensa de veía
complicada por la existencia del estado de beligerancia con un país
miembro de la OTAN. Para reforzar la postura de su país entregó una
copia de los puntos redactados personalmente por el Secretario de
Estado Shultz y por el señor Powell, del National Security Council.
En ésta, urgía a los argentinos a "finalizar formalmente el estado
de hostilidades con Gran Bretaña." A cambio de ello, el gobierno
norteamericano se comprometía, entre otras cosas, a brindar
reconocimiento público a esta "contribución significativa a la paz
regional". También a prestar apoyo político y práctico al proceso de
consolidación democrático. Asimismo, se comprometían a redoblar sus
esfuerzos para que las conversaciones con el Reino Unido
progresaran. Por último, trabajarían con el gobierno Argentino para
normalizar y mejorar la relación respecto del abastecimiento de
equipo militar, especialmente de aviones A-4.
En un esfuerzo para convencer a los argentinos, el señor
Gelbard confesó que sabía que hacer esa declaración era "difícil",
pero se les ofrece una ocasión única. Lo que están
haciendo los ingleses es increíble y estúpido...Contrasta
con el papel que sigue y que asumiría Alfonsín con el cese
de hostilidades.
Y remató diciendo que "seis años después de haber apoyado los
Estados Unidos al Reino Unido en la guerra, aparecemos con actos
concretos y muy simbólicos: equipos militares y aviones". El
canciller declaró que a primera vista, la propuesta le parecía muy
importante.
Las conversaciones continuaron. Al día siguiente, el señor
Gelbard visitó la Quinta Presidencial y reiteró al presidente
Alfonsín, que su gobierno estaba dispuesto a inaugurar una nueva
política (8). También afirmó que esta propuesta norteamericana era
conflictiva para sus relaciones con el Reino Unido y que estaban
proponiendo "gestos, acciones y muestras de apoyo al gobierno
argentino". Esta acción, "sería un cambio importante en la política
que nuestro país [Estados Unidos] ha seguido desde 1982 con vuestros
militares."
El presidente Alfonsín respondió que la iniciativa le parecía
fundamental y un cambio básico. Pero si el gobierno argentino
declaraba en ese momento el cese de hostilidades parecería que
actuaba bajo presión. Entonces el presidente propuso que podría
enviar una carta personal a la Señora Thatcher donde le expresaría
la inutilidad de continuar con el enfrentamiento entre la Argentina
y Gran Bretaña. En la carta ofrecería también el cese de las
hostilidades a cambio del levantamiento por parte de Gran Bretaña de
la zona de exclusión. El canciller Caputo secundó el ofrecimiento
del presidente agregando que una declaración unilateral argentina
tendría un costo interno muy alto que sólo lo justificaría el
levantamiento de la zona de exclusión.
Gelbard apoyó la idea de enviar la carta pero expresó que
temía que la Primer Ministro no aceptaría levantar la zona de
exclusión. Entonces preguntó si al presidente le bastaría como
compensación la propuesta del gobierno norteamericano. El presidente
le respondió que para él, la oferta norteamericana era suficiente,
pero no estaba seguro si lo sería para el pueblo argentino.
Esa misma tarde, en casa del canciller Caputo, continuaron
las conversaciones. Los norteamericanos se mostraron sorprendidos
por la posición del presidente sobre el levantamiento de la zona de
exclusión a cambio del cese de hostilidades y reiteraron que su
gobierno ofrecía una alternativa: "cese por relación privilegiada
con los Estados Unidos".
Caputo aclaró que había que mostrar algo a la opinión
pública. Y avanzó aún más sobre las condiciones expresadas por el
presidente, que Gran Bretaña levantara también la zona de
conservación. Asimismo, comentó que le parecía más viable darle un
marco internacional a las conversaciones, recurriendo al Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas. Sobre esta propuesta, los
norteamericanos expresaron sus dudas acerca de que los británicos
aceptarían la reunión del Consejo de Seguridad. El señor Gelbard
agregó que consideraba difícil poder obtener algo de la Señora
Thatcher, porque "para ella...el episodio de las Malvinas fue su
momento churchiliano...[además] esto de las maniobras es una
decisión calculada." Era claro que ella no quería hacer concesiones.
A pesar de sus dudas, Gelbard pensaba que el presidente debía
proseguir con la idea de la carta personal. Por último, reiteró que
transmitiría las ideas argentinas al Secretario Shultz y reiteró que
lo esencial era que el gobierno argentino estuviera decidido a
declarar el cese de hostilidades.
Finalmente, el gobierno británico respondió a la propuesta
argentina de la Navidad pasada el 9 de marzo de 1988 con su cuarto
non-paper. En este expresaba su satisfacción por el interés
argentino en lograr un entendimiento para la conservación de los
stocks de las pesquerías y para evitar incidentes en el Atlántico
Sur. Los británicos reiteraron una vez más su posición: dejar de
lado el tema que más dividía a las partes (soberanía) y continuar
con la búsqueda de pasos prácticos para reconstruir la confianza y
restablecer las relaciones. También dejaron en claro que, con el
objeto de evitar una repetición del fracaso de Berna de 1984, se
debía asegurar previamente la existencia de bases para alcanzar un
acuerdo exitoso. Mientras tanto, para facilitar los avances, el
documento británico propuso un intercambio directo de información
técnica sobre pesca. Por último, para evitar confusiones, el
documento tenía adjuntado el texto en español de la fórmula del
"paraguas":
(1) Nada en el desarrollo o contenido de la presente
reunión puede ser interpretado como:
A) Un cambio en la posición de la República Argentina
acerca de la soberanía o jurisdicción territorial y marítima
sobre las islas Malvinas y los espacios marítimos
circundantes.
B) Un cambio en la posición del Reino Unido acerca de la
soberanía...
C) Un reconocimiento o apoyo de la posición de la
República Argentina o del Reino Unido acerca de la soberanía
o la jurisdicción territorial y circundantes.
(2) Ningún acto o actividad que se lleve a cabo como
consecuencia y en ejecución de lo convenido en estas
reuniones puede constituir fundamento para afirmar, apoyar o
denegar la posición de la República Argentina o del Reino
Unido acerca de la soberanía o jurisdicción territorial y
marítima sobre las islas Malvinas [Falklands en el texto en
inglés] y los espacios marítimos circundantes.
A mediados de abril, el día 13, el representante argentino ante
las Naciones Unidas se entrevistó con el Secretario General del
organismo, Javier Pérez de Cuellar. En esa ocasión, éste entregó al
representante argentino un documento oficioso que le había entregado
el representante británico ante la ONU, Crispin Tickell. El
documento informaba al Secretario General acerca de la marcha de las
negociaciones con la Argentina. En la parte más importante del
documento (punto 7) decía:
Estos intercambios serían complementarios al trabajo de
la FAO sobre las pesquerías del Atlántico sudoccidental...El
Reino Unido continuará dando a toda su cooperación en la
actualización de su trabajo.
La entrega del documento a través de este canal sorprendió a la
diplomacia argentina y se lo hizo saber a los representantes
norteamericanos. A pesar de esta acción británica, los argentinos y
los norteamericanos acordaron continuar con el ejercicio de los
intercambios (Washington D.C., 22 de abril).
Una nueva respuesta argentina fue entregada el 10 de mayo
durante una reunión en Washington entre el canciller Caputo y el
secretario Gelbard. En ella los argentinos entregaron su respuesta
al último non-paper británico y al documento recibido a
través de Pérez de Cuellar. Caputo declaró que percibían que en el
Reino Unido no había una decisión política de llevar adelante las
conversaciones. Afirmó que hasta ahora "la Argentina ha sido
flexible" y agregó que, en un intento dilatorio, Gran Bretaña
propuso el intercambio previo de información a nivel técnico.
Además, como nueva complicación, proponía volver a la FAO. Esto lo
hacia Gran Bretaña a pesar de tener bien claro que la Argentina
rechazaba la multilateralización del problema.
Para la diplomacia argentina, el nuevo non-paper
británico contenía una trampa: "pretende el reconocimiento de la
situación existente actualmente". Más aún,
si nos sentáramos a conversar así, estaríamos
reconociendo la zona de conservación como zona británica y
esto quedaría por el paraguas. Aceptaríamos, pues, que el
Reino Unido es un estado ribereño del Atlántico Sur.
Aceptando su soberanía sobre las aguas, aceptaríamos
automáticamente su soberanía sobre las tierras, de la que
aquella necesariamente deriva (9).
El Canciller también comunicó que su gobierno tenía información
"segura y fehaciente" de que los británicos estaban considerando la
ampliación de la zona de administración y conservación de 150 millas
a 200 millas. Si ello ocurría, amenazó, "vamos a patrullar, porque
no tenemos espacio político para aceptar esa extensión". Y ello,
según afirmó, produciría una situación explosiva. En lo que pareció
un intento por volver a la realidad al Canciller, el subsecretario
Gelbard preguntó cómo iba la Argentina a impedir que el Reino Unido
ampliara la Zona. La respuesta de Caputo sólo se limitó a que "en la
hipótesis de una ampliación...no podremos evitar el patrullaje y no
podemos predecir a dónde nos conducirá eso" (10).
El cuarto non-paper argentino decía en su párrafo más
importante que,
El "non-paper" británico del 9 de marzo de 1988, contiene
nuevos elementos que nos alejan del objetivo [entablar un
diálogo en busca de entendimiento].
a) la inserción de la FAO, que multilateraliza el
tratamiento del tema.
b) la pretensión de intercambios previos a nivel técnico
y
c) la reiteración del punto 4.d. del documento británico
de agosto de 1987, que busca el reconocimiento de la
existencia de dos jurisdicciones separadas.
Reiteró, además, la fórmula del "paraguas" contenida en el
documento argentino del 22 de diciembre de 1987.
Poco más tarde y con motivo del anuncio de la visita a
Argentina del Secretario de Estado Shultz, el canciller Caputo le
propuso al gobierno norteamericano que, previa consulta con Londres,
se aprovechara la ocasión para anunciar las conversaciones
argentino-británicas bajo el paraguas de soberanía con agenda
abierta. Este non-paper, fechado el 12 de julio, muestra un
retroceso en la posición argentina, que volvía a pedir la agenda
abierta para discutir "el conjunto de la relación."
El día 25, la embajada británica en Washington entregó el 5°
non-paper precedido por una carta personal del Foreign
Secretary, Howe al Secretario de Estado Shultz. El paper
informaba que el Gobierno británico estaba preparado para entablar
conversaciones directas en base a la fórmula del "paraguas" acordada
entre las dos partes y enmendada por el non-paper argentino
del 10 de mayo. Pero el documento reiteraba la posición de que se
"entablará las negociaciones sobre la base de su Declaración del 29
de octubre de 1986". Es decir, sobre la Zona de Conservación y
Administración. El documento finalizaba con la propuesta de un
programa de trabajo para tratar los temas de conservación de
recursos y prevención de incidentes.
La entrega del documento británico acompañada de una carta
personal de Howe a Shultz produjo un cambio en la dinámica de las
conversaciones. A partir de ese momento, la diplomacia
norteamericana, que hasta el momento había mediado y facilitado los
intercambios entre los dos países amigos, reorientó sus acciones
tratando directamente de convencer a la Argentina de las bondades de
la propuesta británica y a aceptarla. Los encuentros que siguieron
muestran este cambio de dirección de la diplomacia norteamericana.
Una semana más tarde del último non-paper británico,
el 2 de agosto, el secretario de estado adjunto Robert Gelbard,
acompañado por el embajador Gildred y el Señor Felder se reunieron
con el Embajador García del Solar y con Alconada Sempé. Gelbard
expuso la evaluación que ellos hacían del documento británico y lo
encontraron "muy positivo". Por otra parte, informó que habían
considerado exhaustivamente, junto con Elliot Abrams, la propuesta
argentina del 12 de julio. Su conclusión fue que la propuesta era un
"non-starter" y que no era momento para una propuesta como la
de los argentinos. Más aún sostuvieron que, según sus expertos, las
propuestas británicas para avanzar con las conversaciones deberían
haber sido aceptables para los argentinos. A continuación, Gelbard
enfatizó que "insistimos en que la propuesta parece más positiva que
las anteriores." Lo importante era reconstruir el diálogo y comenzar
con las "medidas de construcción de confianza." Los norteamericanos
también comunicaron la condición pedida por Howe para sentarse con
los argentinos a conversar directamente:
Que el Presidente [Alfonsín], verbalmente asegure que:
1. Que la Argentina no utilizará las conversaciones para
introducir el tema de la soberanía en las Islas
2. Que el gobierno argentino acepte, a los efectos de
dichas conversaciones, que existe "como una realidad de los
hechos" (as a fact of life) la zona de conservación
británica de 150 millas.
Por último, transmitieron que los británicos, especialmente la
Señora Thatcher, no aceptaban la intervención del Secretario General
de las Naciones Unidas tal como lo había solicitado la Argentina.
Estas apreciaciones de los funcionarios norteamericanos coinciden
con otro documento norteamericano en posesión de la diplomacia
argentina donde se hacían observaciones sobre el documento británico
del 25 de julio. El mismo decía que
en su último non-paper...el Reino Unido ha
producido lo que consideramos es una respuesta altamente
positiva a las prevenciones más serias de la
Argentina...Esta respuesta es un gesto positivo muy fuerte y
debería ser suficiente para dar inicio a las
conversaciones...Por lo tanto, los Estados Unidos
enfáticamente urge a la Argentina a aceptar la respuesta del
Reino Unido, de modo tal que las conversaciones progresen.
La diplomacia norteamericana también recalcó que el Reino Unido
ahora solicitaba al Gobierno Argentino sólo garantías verbales. A
diferencia de antes que solicitaba garantías por escrito. Por
último, el documento norteamericano expresaba que los Estados Unidos
habían aclarado al Reino Unido que apreciaban las propuestas
argentinas y que les parecían creativas y útiles.
Para reforzar su pedido, el 3 de agosto, el Secretario de
Estado Shultz envió una carta al presidente Alfonsín. En ella
reiteraba la solicitud que el presidente le asegurara que el tema de
la soberanía no se discutiría durante las conversaciones y que la
zona de conservación de 150 millas establecida por los británicos no
sería traspasada por los argentinos.
La discusión se profundizó durante una reunión realizada en
Nueva York, el 19 de septiembre, entre el Canciller Caputo y el
Secretario de Estado Adjunto Robert Gelbard. En esa ocasión, Gelbard
aclaró a los argentinos que los británicos no precisaban una
respuesta literal, les bastaba que los norteamericanos les
transmitieran su impresión de que Alfonsín respondería
favorablemente a los puntos expresados en la carta del Secretario
Shultz. Caputo reiteró el compromiso expresado por el Presidente
Alfonsín a Shultz: "no vamos a sorprender". Pero, aclaró que la
aceptación de los puntos por parte de la Argentina era un
"ejercicio" muy difícil. A pesar de ello, no iba a exigir que se
incluyera el tema de la soberanía aunque no se proponía dejarlo de
lado.
Gelbard reconoció que comprendía cuan difícil era para el
gobierno argentino aceptar el punto relacionado con la zona de
conservación, pero replicó señalando lo que sucedía en esos
momentos, que los argentinos no entraban en la zona y hacían lo
posible para evitar incidentes, constituía "una especie de
aceptación de facto y no de jure de la situación". En
su opinión tanto los buques de guerra y los pesqueros se atenían a
las reglas de juego. A ello, Caputo respondió:
Nosotros aceptamos la realidad, pero no podemos
declararlo. Rechazamos toda mención al tema de las FICZ y
zona de exclusión: no podemos crear antecedentes.
Al mismo tiempo que el Canciller entregó la copia de un nuevo
non-paper, y aclaró que el presidente Alfonsín no podía ir más
allá de lo expresado sobre el tema el 2 de agosto de 1988. A
continuación leyó un texto que se abstuvo de entregar donde afirmaba
que el gobierno argentino no recurriría a la violencia y que no
sorprenderían a sus interlocutores.
El non-paper entregado por Caputo comunicaba que el
gobierno argentino aceptaba iniciar un diálogo directo entre las dos
partes. El documento muestra un cambio, esta vez en la actitud
argentina. Ya no se solicitaba la eliminación de la Zona de
protección, sino que declaraba la existencia de una superposición de
jurisdicciones, a pesar de lo cual aceptaba dialogar bajo los
términos del "paraguas". En el punto 2 del documento es
particularmente importante porque acepta sentarse a dialogar según
los términos solicitados por los británicos bajo la fórmula del
paraguas:
2. En el marco de dicha fórmula [del paraguas], mientras
[que] el gobierno británico expresa que abordará el diálogo
sobre la base de su declaración del 29 de octubre de 1986,
el Gobierno argentino, que manifestó claramente en la misma
fecha su posición frente a la Declaración británica,
abordará el diálogo sobre la base de la jurisdicción
argentina reafirmada desde 1966 con Ley 17.094. El Gobierno
argentino considera que los problemas a encarar en ese
diálogo son consecuencia de la total superposición que
existe entre la citada declaración británica sobre las aguas
de Malvinas y la jurisdicción argentina sobre las mismas
aguas.
En el siguiente punto, a pesar de afirmar que "sin que esto
implique la coordinación o la mutua aceptación de jurisdicciones"
explicaba que se procedería con el diálogo bajo la fórmula del
paraguas. Respecto de la agenda propuesta para el diálogo, el punto
4 del texto argentino declaraba que los temas a ser discutidos
"deben ser acordados por las respectivas delegaciones, luego de
escuchar las exposiciones iniciales y realizar un intercambio
general de opiniones". Este último punto despertó, como se verá, las
sospechas de los británicos quienes temían que los argentinos
aprovecharían esa ocasión para introducir el tema de la soberanía.
Una semana más tarde, el 26, el Secretario Shultz informó en
Nueva York al Canciller Caputo que había transmitido al Secretario
Howe el último non-paper argentino junto con una
recomendación para una respuesta favorable.
A principios de octubre, se llevó a cabo una nueva reunión
entre Shultz y Caputo (el 5, en Nueva York). En esa ocasión, el
canciller expresó su urgencia por avanzar con el tema de las
conversaciones por las Malvinas, dado que existía la posibilidad de
que en las elecciones presidenciales del año siguiente ganara la
oposición,
Deseamos limitar la posibilidad de que la oposición, si
toma el gobierno, cometa errores. Si empezamos el diálogo,
podremos dejar establecidos los límites dentro de los cuales
el próximo gobierno argentino deba moverse.
En vista de ello, Caputo agregó que estaba "preparado para
iniciar cualquier contacto con los británicos, con o sin testigos,
con el nivel y reserva que se desee" y urgió "estoy listo para
empezar a conversar." El secretario norteamericano respondió que
transmitiría en un telegrama personal al Secretario Howe, la
predisposición y flexibilidad que existía por parte de los
argentinos.
El mes siguiente, 19 de noviembre, se realizó la residencia
del Canciller Caputo en Buenos Aires, un nuevo encuentro entre
argentinos y los norteamericanos, el embajador Gildred y el Sr.
Felder. Caputo les informó que luego de muchas deliberaciones entre
el presidente, los distintos sectores del gobierno y los Jefes
militares se obtuvo el respaldo de los mismos para llevar a delante
diálogo con Gran Bretaña. A continuación se debía "poner en marcha
un procedimiento viable ante la opinión pública". En este sentido,
una declaración unilateral por parte de la Argentina del cese de
hostilidades no lo era. A cambio, los argentinos propusieron que la
declaración del cese de hostilidades se hiciera como respuesta a un
pedido del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y de la OEA.
Los norteamericanos respondieron algo sorprendidos que este esquema
era muy distinto al original y si bien no veían inconvenientes en el
esquema, lo calificaron como "duro" y pronosticaron que cuanto más
duro fuera más difícil sería de acordar.
A mediados de diciembre se produjo una reunión importante en
Ginebra, entre el Canciller Caputo y el representante británico ante
las Naciones Unidas, Crispin Tickell. El primero, luego de aclarar
que el encuentro no se trataba de una negociación, urgió a entablar
conversaciones bajo el paraguas y agenda abierta. Por su parte,
Tickell insistió en limitarlas sólo a la prevención de incidentes y
pesca. Durante la reunión, las partes acordaron la información que
se daría a la prensa y los británicos también acordaron con los
argentinos omitir toda referencia al tema del intercambio de
comunicaciones sobre pesca llevado a cabo por medio de los Estados
Unidos.
El representante británico transmitió la preocupación de su
gobierno sobre el punto 4 del non-paper entregado por los
argentinos el último 19 de septiembre. El hecho que una eventual
reunión comenzara por "un intercambio general de opiniones" les
sonaba a los británico como una pantalla par introducir el tema de
soberanía. Además, sería bueno si se acordara la agenda de la
reunión con anterioridad a la misma. Y agregó que también creían que
las conversaciones sobre pesca constituirían un primer paso:
Una vez logrados acuerdos sobre pesca, a través de los
Estados Unidos, podrían llevarse a cabo conversaciones sobre
otros asuntos (issues). Yo transmitiré su propuesta, pero
antes encaremos lo de la pesca.
Sobre el punto 4, García del Solar contestó que "era superflua y
descartable si incomodaba a los británicos". Pues, no había
intención de introducir el tema de la soberanía por esa vía, "existe
el paraguas".
Respecto de la idea de expresada por los británicos en su
non-paper, que propuso que la Argentina aceptaría la zona de
conservación como una circunstancia de la vida (fact of life), hubo
intercambios. Aunque los argentinos declararon que rechazaban la
zona, entendían que había "de hecho" un situación por la que los
argentinos no entraban en la zona. A lo que Tickell aclaró que lo
que los británicos pretendían era el reconocimiento de el Reino
Unido "está allí" no significaba que la Argentina "apruebe"
tal presencia (11) . En este caso, el reconocimiento apuntaba a que
los argentinos no entraran al área.
Dadas las garantía del Presidente Alfonsín hechas al
Secretario Shultz (que Argentina no introduciría sorpresas y que
actuaba de buena fe) y lo por expresado durante la reunión por el
Canciller a los británicos, bastaría para satisfacer las seguridades
orales requeridas. Tickell respondió que le parecían suficientes,
pero que tendrían que transmitirlas a través de los Estados Unidos.
Finalmente las partes acordaron que la primera reunión se dedicaría
a acordar la agenda de temas.
Una semana más tarde, el 21 de diciembre, el Canciller Caputo
y el Secretario de Estado Shultz se reunieron nuevamente en
Washington. En esa oportunidad, los argentinos informaron a Shultz
lo tratado y acordado durante la reunión de Ginebra. Por su parte,
el Secretario Shultz respondió que transmitiría todas las propuestas
al Secretario de Asuntos Extranjeros británico, Geoffrey Howe.
Para abril de 1989 aún no se conocía una respuesta por parte
del Reino Unido al non-paper argentino del 19 de septiembre
de 1988, ni a las propuestas transmitidas a ese gobierno a través
del Secretario Shultz y del embajador Tickel en octubre y diciembre
de ese año. El 28 de ese mes, se reunieron en la Cancillería
argentina el embajador García del Solar con el embajador Gildred y
el Señor Felder. El embajador norteamericano reiteró lo que ya le
había informado hacía un mes y medio al Canciller Caputo, "los
británicos querían esperar hasta después de las elecciones del 4 de
mayo y esa es la respuesta que nos habían dado". Y aclaró que los
éstos eran de la opinión de esperar hasta después de las elecciones,
"pero que eso no significaba cerrar las puertas." El canciller
argentino expresó su disgusto por la falta de respuesta británica
que ahora se justificaba por la proximidad de las elecciones.
Ese fue el último intercambio diplomático entre el gobierno
del presidente Alfonsín y los británicos, para julio de 1989, había
un nuevo gobierno en la Argentina.
-
Esta resolución aprobada el 27 de
noviembre de 1985, solicitaba a la Argentina y a Gran Bretaña
que iniciaran negociaciones "con vistas a encontrar los medios
para resolver de un modo pacífico y definitivamente los
problemas pendientes entre ambos países, incluyendo todos los
aspectos sobre el futuro de las Islas Malvinas, de acuerdo con
la Carta de las Naciones Unidas.
-
Carta del
Secretario de Estado de Asuntos Extranjero Geoffrey Howe a Cyril
Towsend, 19-12-86.
-
Willetts (1989),
114.
-
Los gobiernos de
la Argentina y de Gran Bretaña, expresaron un claro deseo por
evitar cualquier tipo de incidentes relacionados con buques
pesqueros o patrulleros. Posteriormente los intercambios
incluyeron las cuestiones de conservación y administración. (Willetts,
1989, 114-15)
-
La delegación
argentina estuvo compuesta por los embajadores García del Solar,
Candioti, y Ferrari Etcheverry, los ministros Ruiz Cerruti,
Grandi y el consejero Otegui. La delegación norteamericana
estuvo encabezada por el Asisstant Secretary of State for Oceans
and International Environmental and Scientifica Affairs, John
Negroponte. Otros miembros de la delegación fueron Robert
Gelbart (deputy assisstante Secretary of State for South America
y 5 funcionarios más.
-
Según palabras
de Gelbard.
-
Enfasis
agregado.
-
Se refería a la
designación de Carlucci en lugar de Caspar Weinberger.
-
Esta percepción
del canciller argentino parece errada si se observa
cuidadosamente el texto del "paraguas".
-
También es posible
especular que la advertencia del Canciller no era tan irreal y
que tenía como fundamento la capacidad de disuasión que
adquirían los argentinos cuando el el misil Cóndor II estuviera
concluido. Este misil era un cohete propulsado por combustible
sólido de alcance medio con capacidad para transportar una carga
nuclear o bioquímica. El desarrollo de esta arma de destrucción
masiva fue discontinuado durante la presidencia de Carlos Menem.
Al respecto ver Acuña y Smith (1994) pp.356.
-
Enfasis original.
Esta información procede de
"Historia General de las Relaciones Exteriores de la Argentina" se
han vinculado solo los temas relacionados con Malvinas. Esta obra esta compuesta
de 14 tomos publicada por Iberoamérica y los Directores son Andrés Cisneros y
Carlos Escudé.
El presente material podrá ser utilizado con fines estrictamente académicos
citando en forma explícita la obra y sus autores. Cualquier otro uso deberá
contar con la autorización por escrito de los autores.